No descarto hundirme entre estas líneas y las que me separan del final de este extracto cargado de amor que dedicaré a aquella que sepa descifrar, entre este amasijo de ideas, las burbujas del cóctel, las cuales, danzarinas, saltan en busca del viento que las eleve mas allá de la cárcel cristalina que las atrapa. Y esto no es más que una declaración de intenciones de alguien parecido a mí que sale de vez en cuando de esta bochornosa figura para traerte las mas afiladas flores en las noches de lluvia veraniega, no es más que la pasión, desbordando mi ser, la que hace que este ente aparezca, harto de navegar en la espera del encuentro de nuestras manos, de las chispas de nuestros ojos brillantes, deseosos del amor ajeno, anhelantes del roce suave te estos locos labios que, por arte del destino, no saben besarse más allá de un par de sueños y tres tristes pesadillas.
No veo el momento en que no quiera besarte y encontrarme con el talle que decora en dos pinceladas la figura que te forma con exquisito gusto. El hundimiento próximo a la esquina en que se pierde la comisura de mis párpados, donde mi mirada yace atónita, felizmente engañada ante la ilusión de verte una noche más, en otra de mis alucinaciones, en otro de mis deseos gráficos de tenerte a mi lado a estas horas, de tenerte todas y cada una de las veinticuatro de un día.
No puedo aguantar y grito enloquecido tu nombre, provocando el estallido de miles de estrellas en aquel lugar donde se encuentran junto con un beso tuyo, junto con parte de aquella persona que escribió un extracto de amor en las líneas profundas en las que nunca tuvo miedo a hundirse.