miércoles, 25 de julio de 2012

Manzana prohibida

Sorteando las dudas y los miedos esta noche voy a enfrentarme conmigo mismo, con el único propósito masoquista de causarme dolor hasta que me sangren las palabras, hasta que no quede ni mi alma en pie, voy a dejar las cartas sobre la mesa, no para mostrarlas sino para levantarme de una vez del juego macabro en el que me encontraba sentado. Me está escociendo la idea de no volverte a ver, de no poder verte sino es a más de tres pasos, de no cruzarme contigo como se cruzan tus piernas discretas en el banco de la parada del metro, de no poder encontrarme de nuevo con la chispa abrupta que centellea en el doble ventanal que salvaguarda tu mirada, duele, y mucho, ver la pasividad de tus pasos sobre las calles en que grabé, como si de una instantánea se tratase, aquellas raciones individuales de ti, tu pulso acelerado y tu flequillo inquieto, las mangas de tu sudadera y todos y cada uno de los bocetos de vida absurdos que planeamos.
No hay rincón que no te nombre, ni espacio que comprenda la inmensidad que aquello ocupaba, inmensidad convertida en distancia, en ecos, en polvo, no hay manzana prohibida que te iguale, ni tonto que me iguale a mi en tu búsqueda, no hay más cuerda para que te ates, ni gota de agua más mojada que mis manos.
Enumero los pasos que llevan a tu casa, donde una lluviosa noche colgamos nuestros corazones a secar como si de calcetines húmedos se tratasen, ahora ni tu casa, ni la brisa más cortante podrán secar el mío, ni te volverás a poner nerviosa si el motor de aquel coche se encapricha y deja de arrancar como antaño, ni temblarás de aquella forma todas y cada una de las veces que alguien acaricie tu espalda con la delicadeza que mis manos ponían en tocar algo tan frágil, tan querido, no volverás a pedir con aquella timidez que se envuelvan un par de brazos en tu cuerpo o, al menos, para nadie significará lo que significo para mí, aquel gilipollas que persiguió y persigue algo que no le corresponde, que aún sigue helado desde la ultima visita que le hicieron tus ojos, que no te ve más que en una foto de carnet que un día le regalaste, donde colocaste una parte de ti, que, por pequeña que sea queda imborrable, ya no hay esperas, supongo que debo quedarme de pie, aguantando como una y otra vez das un paso más y te difuminas con el horizonte, el horizonte, un precioso sitio para un precioso sol como tú...

Buenas noches.

domingo, 22 de julio de 2012

Vergüenza

He perdido la mitad de mi tiempo, he gastado los segundos que el reloj de arena al que estoy anclado contenía en su interior, en algún rincón del mundo estará mi esperanza, espero que no esté muy lejos, he caído en la ignorancia al perderte por completo, también la dirección de tu esquina ha caído en el olvido, al igual que mi nombre, mi identidad, nuestro pasado, el buzón no recibe cartas con tu remite en el sobre, su bandera entra en depresión sumergida en la escasez de tu perfume y de tu carmín firmando al final de un te quiero, han perdido la ilusión, no les culpo. Hacía tanto tiempo desde el otoño que las hojas ya no se acordaban de caer, que mis palabras no dejaban caerse por aquí de esta forma, que no pasaba por aquí mi alma entera, mi pedazo, tu nombre, hacía tanto que mi mano no tocaba el hielo de tu puerta, que no quedaba helado esperando bajo el balcón a intuir íntimamente la luz de tus ojos acristalados, hacía tanto que la vida no me pesaba como ahora, hacía tanto que las mañanas no tenían tus soles, tanto que no respirábamos el mismo aire, hace tanto que no hablamos, hace tanto que no me miras, hace tanto de todo esto que los días se han cansado de mí, que mi yo al otro lado del espejo es tan cruel que, de alguna forma se exilia avergonzado de lo que he hecho con mi vida sin la tuya.