De forma sutil se cuelan sus carcajadas, esculpidas en su diminuta boca, que inundan los soles de cada mañana de una luz especial, una luz vivaz en sus ojos, chispeante, luz que enciende todo a su paso, que alarga la sombra de la desdicha hasta hacerla invisible y que guía de forma desinteresada la ilusión de la vida que le rodea. Cuan presto avanza entre las hojas del calendario, en una carrera endiablada hacia el futuro que, desgraciadamente, se llevará la inocencia una vez más de entre sus tripas, no sin dejar en él los pájaros cantarines propios de su inmadurez, no sin dejar en él la riqueza de la inexperiencia, la falta de saber, que le hará ser el explorador dentro de su propia vida, aprovisado con una lupa que, por mucho que se diga, nadie le ayudará a sostener.
Deseosa de conocerse a si mismo una mente aguarda encerrada en el cuerpo de esta personita, sin más misión actualmente que esperar a despertarse, deseoso de creer, de saberse vivo, aguarda un pequeño corazón que vuela sobre los techos del interés, que planea con una única misión de supervivencia pero que, a su vez, aterriza día tras día en el amor de la vida de mortal que me ha tocado vivir.
Felicidades pequeñajo
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