Momento helado en la travesía de mis pupilas por el océano infinito del iris de tus ojos, en que se cuelan, con tonos anaranjados, las luciérnagas artificiales de la vida nocturna en la ciudad, entre nosotros se interpone una dulce barrera cárnica de textura suave y gélida. Los dorados cabellos que decoran la caja de tus ideas sobrevuelan el ambiente alborotadamente, acompañados del baile de mis manos entre ellos como un laberíntico juego de sensaciones que llenan los rincones acolchados del órgano incondicionalmente enganchado al roce de tus labios. Los dulces latigazos de tus frías manos producen el estallido de todas aquellas cosas que un día desaparecieron y regresan con la misma fuerza con que te aferras a mi con tu mano izquierda.
El juego de luciérnagas revolotea sobre las cabezas de estos dos sujetos, a los que, una vez más, el tiempo no les hace mella, los cuales se sienten tan unidos que sus latidos, acompasados en una misma frase, no llegan a distinguirlos. Y las explosiones internas se suceden y aquella pequeña parte del decorado sigue ardiendo apasionadamente, la figura central de una barroca composición a la luz de una farola, el sentimiento eterno hecho cuerpo y alma, las ilusiones de aquellos que perdieron la esperanza en algún foso perdido entre sus entrañas, las palabras que ni yo ni vosotros dijisteis jamás, los pétalos de la rosa de papel que un día me arrancó un corazón errante de algún lugar de mi superficie carnosa, las caprichosas decisiones del animal irracional, algunos llaman a esto amor...
Aquellos que no ven y, por lo tanto, no entienden, los que no sintieron esto nunca y hoy dan lecciones de como amar, el triste alba de los sentimientos exacerbados en aquellas tardes en las que el amor no era más que un juego al que nunca supe jugar, todo ello mientras las hojas de los árboles se enredaban en tu pelo y tus ojos se alejaban de mi a pasos agigantados, difuminando el horizonte que producían, siendo solo un espejismo, todo ello, fue tan mágico como artificial y hoy el sol brinda cada mañana por dejar aquello atrás y dibuja la sonrisa que ahora muestro ante el mundo.
La estampa aún no ha acabado, las dos figuras aún siguen en mitad de la atmósfera de humo, por fin estalla el mundo, por fin las almas equivocadas se unen en las calles que constituyen la ciudad de la esperanza y los errores, por fin, por fín amor...
No hay comentarios:
Publicar un comentario