sábado, 11 de junio de 2011

Y, entre esfuerzos, despertó...

La palabra quedo dormida mientras, posada en aquellos blanquecinos labios, soñaba con superar el horizonte de caminos sinuosos entre las oquedades auditivas. Iba despertando a modo de susurro leve que, junto con el olor a jazmín, acariciaba con suavidad la dulce brisa que brotaba desde la cúspide de un cabello alborotado en tu melena hasta lo más hondo de la disputa con el sol por la brillantez matutina.
Una vez despierta, salió a modo de proyectil contra mi pecho, el cual abrió sus puertas a modo de rendición. Se quedó dentro. Y desde entonces me encuentro inmerso en un mar de sentimientos, acompañado por una barca, de la que caigo todos los días, en la que finjo que no se nadar para que, junto con las olas, mi amor, recojas mi cuerpo mojado, mojado de lágrimas que solo tus manos saben secar...

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